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ACUEDUCTO DE CHAPULTEPEC Y SU IMPORTANCIA EN EL MÉXICO DEL SIGLO XVIII

Seguramente alguna vez al pasar por Avenida Chapultepec a altura del metro Sevilla, ha llamado tu atención una veintena de arcos hoy convertidos en fuente; pero ¿te has preguntado qué hacen ahí? ¿a qué construcción pertenecen?

Pues bien, el pasar de los automóviles a veces resta importancia a aquel cúmulo de mampostería y ladrillo que guarda una parte fundamental de nuestra historia.

Estos arcos son el recuerdo de la gran obra que albergaron; una obra que ayudó a llevar agua al entonces sur de la ciudad: el antiguo acueducto de Chapultepec.

Hace algunos siglos, la forma de abastecer de agua dulce a los habitantes de la ciudad, era a través de fuentes públicas con líquido traído de otros lugares del Valle.

Uno de los principales conductos, fue aquel que partía de los hoy conocidos “Baños de Moctezuma” en Chapultepec, donde se recolectaba el agua de los manantiales y el cual finalizaba hasta donde hoy se encuentra la fuente Salto del Agua, en la esquina San Juan de Letrán y Arcos de Belén.

Fotografía: www.mxtravelguide.com

Conducto abastecedor desde el siglo XVI y materializado como hoy lo conocemos hasta el siglo XVIII.

Fue inaugurado en marzo de 1779 por el virrey Antonio María de Bucareli y Ursúa, Marqués de las Amarillas, con una extensión de casi 4 kilómetros conformados por 904 arcos.

Hoy, sólo nos queda un pequeño vestigio de la magnificencia de su historia.

Dejó de funcionar en el siglo XIX con la modernización de redes y fue derrumbado en su mayoría por mandato de Porfirio Díaz en 1896.

En los años 60 se construyó debajo de este trazado, parte de la línea 1 del metro, tomando como ícono de la estación Sevilla estos históricos arcos por su cercanía.

Como dato curioso, la fuente ubicada a unos pasos del actual paradero del metro Chapultepec formaba parte de este acueducto y es considerada la más antigua de la Ciudad de México.

La fuente ubicada en Salto del Agua formaba parte de esta construcción, sólo que es sólo una réplica, pues la original fue resguardada en el Museo del Virreinato en Tepotzotlán, Estado de México.

Ahora ya lo sabes, no sólo es una construcción olvidada, es un vestigio de nuestro México que se fue y jamás volverá.

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