Ubicado en la manzana formada por las calles de 20 de Noviembre, República de El Salvador, Pino Suárez y Mesones; se encuentra el primer hospital de América: El hoy llamado: “Hospital de Jesús”.
Fue Hernán Cortés quien mandó construir este espacio, que comenzó funciones en 1524, originalmente llamado “Hospital de la Purísima Concepción”.
Esto a consecuencia de que el “hospital” mexica conocido como Tihuicán, se viera rebasado y se enfrentará a nuevas enfermedades traídas por los españoles, como la viruela y la sarampión.
Tiempo después fue nombrado Hospital del Marqués, Hospital del Nazareno y finalmente Hospital de Jesús, pero, ¿cómo nació este nombre?
Cuenta la leyenda que una mujer de nombre Petronila vio a Cristo durante su estancia en el hospital; decidió mandar a hacer una escultura de la imagen de su sueño sin éxito alguno, pues ningún escultor lograba representar aquel recuerdo fiel, hasta que llegaron unos indígenas y tallaron un crucifijo con la imagen perfecta que aquella mujer tenía en mente.
Aquellos artesanos desaparecieron tal como llegaron, misteriosamente, por lo que fue tomado como un milagro. El deseo de Petronila fue que aquel trabajo fuera sorteado entre varios templos luego de su muerte, resultando ganador el hospital de Jesús, la rifa volvió a realizarse obteniendo el mismo resultado varias veces, por lo que se adoptó la imagen y se nombró al espacio: Hospital de Jesús.
Hospital que guarda un gran secreto entre sus paredes, y es que su templo Jesús Nazareno, albergó o alberga los restos del conquistador Hernán Cortés.
Los datos históricos refieren que los restos de Cortés al llegar a la Nueva España fueron depositados en la Iglesia de San francisco en Texcoco, más tarde en el Convento de San Francisco en la Ciudad de México y finalmente en el Templo de Jesús Nazareno.
Con la llegada del movimiento de Independencia hubo amenazas de profanar la tumba, por lo que los restos fueron exhumados y escondidos debajo de la tarima del altar hasta el año de 1836, más tarde fueron colocados en un nicho sin inscripción hasta 1946, cuando fueron devueltos al sepulcro con una placa conmemorativa.
Pese a esa placa, muchos trabajadores suelen negar la existencia de los restos en el espacio, y es que en realidad se desconoce si aún permanecen ahí.
Luego de su muerte, el hospital siguió funcionando cual su deseo y solventado por sus descendientes hasta 1932 cuando murió el último, pasando a manos de un patronato, quienes se encargan de administrarlo actualmente con aportaciones privadas.
Cabe destacar que el tamaño de hoy no es el original, en la década de los años 30s perdió parte de sus terrenos para abrir la avenida Pino Suárez, por lo que notarás una fachada más moderna.
Como dato curioso, fue en este hospital donde se realizó la primera cirugía a corazón abierto en el año 1956.
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