Una de las figuras más tradicionales de nuestro centro histórico, es sin duda la del organillero.
Fiel testigo del pasar de los años, desde su llegada a nuestro país a finales del siglo pasado.
Pero, ¿alguna vez has puesto atención a un peculiar detalle que lo acompaña? Su inseparable changuito de peluche.
Fotografía: Organilleros de México.
¿Te has preguntado el porqué de este objeto?
La respuesta nos lleva a su historia; ya que los organilleros solían tocar en teatros y circos, y muchas veces se hacían acompañar de monos adiestrados para atraer la atención de la gente; preservando como recuerdo de aquella época, los peculiares changuitos de peluche.
Aún con su origen alemán, el organillo ha sido adoptado y preservado como una gran tradición mexicana.
Fue en 1629, cuando el agua alcanzó más de 2 metros de altura.
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