Martínez, Rodriguez, del Valle o Álvarez; alguna vez te has preguntado ¿cómo surgieron los apellidos?
Pues bien, desde tiempos remotos han existido los nombres como identificación; claro, pensando en aquellas pequeñas comunidades en las que todos se conocían, que con el tiempo se fueron poblando, surgiendo la duda, de qué Juan se hablaba o de qué Pedro se hacía referencia, haciendo la distinción por su oficio, lugar donde vivía o su parentesco.
Es decir, podían ejemplificar diciendo Jesús el “del monte”, o de la “Peña”, naciendo así apellidos como Cuevas, Arroyo, Canales, Costa y Prado, entre otros; o algunos más internacionales, como aquellos provenientes de ciudades españolas como Madrid, Toledo y Burgos, por mencionar algunos.
Lo mismo pasaba si se vivía cerca de algunas Fuentes, Torres, Iglesias o Palacios. Apellidos que fueron naciendo en la Edad Media, diferenciando a una persona de la otra y heredándose de generación en generación, dando identidad a la familia.
También, se llegaban a asignar por los oficios o profesiones que se tenían, como Labrador o Pastor, por características personales: Rubio, Calvo, Moreno o Cortés, o por la descendencia; González hijo de Gonzalo, Álvarez de Álvaro, y así con Rodríguez, Martínez, Benítez Ramírez, Velázquez y muchísimos más. ¿Lo sabías?
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