¿Qué es lo primero que viene a tu mente cuando escuchas la palabra navidad.
Árboles, luces, esferas, ponche, piñatas, Santa Claus o quizá, la ya tradicional galletita de jengibre.
Pero, ¿alguna vez te has preguntado en qué momento estás curiosas galletitas se volvieron un icono navideño?
Empecemos por el ingrediente principal, el jengibre; el cual se cultivó por primera vez en la antigua China, viajando a través de la Ruta de la Seda hasta llegar a Europa, donde alcanzó gran popularidad por sus propiedad para conservar alimentos.
En el siglo XI, los monjes de monasterios del norte de Europa, comenzaron a elaborar pan de jengibre. La primera receta se le atribuye al monje Gregory de Nicopolis, quien preparaba una mezcla con agua de rosas, melaza, canela, cardamomo y por supuesto, jengibre. Esta masa se colocaba después en moldes de madera para su cocción.
Las galletas como tal, tendrían origen en el siglo XVI, con la reina Isabel I de Inglaterra, quien decidió ofrecer galletas en forma de personas decoradas con atuendos comestibles, como una muestra para halagar a sus invitados. Cabe mencionar que los productos con jengibre eran considerados de lujo.
Y hablemos un poco de las casitas de jengibre. Estas cobraron popularidad con la publicación de Hansel y Gretel de los hermanos Grimm en el año 1812. ¿Lo sabías?
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