Real de Catorce es un pueblo de San Luis Potosí, ubicado a 2,750 metros sobre el nivel del mar.
De auge minero a finales del siglo XVIII y siglo XIX, sólo interrumpido por el movimiento de independencia y prácticamente concluido con el movimiento de la Revolución.
El que fuera denominado en sus primeros tiempos como: Real de Minas de la Limpia Concepción de Guadalupe de los Álamos de Catorce, es un pueblo denominado mágico en 2001, que parece mantenerse intacto desde su mayor abandono a principios del siglo pasado.
Viajar a Real de Catorce es hacer un viaje en el tiempo; es retroceder 100 años en la historia de la minería de México, y el vehículo que nos lleva de la vida contemporánea al antiguo pueblo minero es el túnel Ogarrio, principal vía de acceso al que por años fuera considerado pueblo fantasma.
Una aventura que comienza como el mismo pueblo lo hizo, a través de la historia de una de sus decenas de minas. Un camino construido debajo de un cerro.
Su construcción se realizó entre julio de 1897 y 1901, en lo que funcionaba como un socavón llamado Dolores-Trompeta, la huella de esta quedó plasmada en la gran cantidad de túneles y tiros que se observan al recorrerlo.
Su historia comenzó a finales del siglo XIX, cuando la Casa Maza (propietarios de las minas de Santa Ana), mandó construir a San Francisco, California, unas bombas para ser instaladas en sus minas. Para la inauguración de dichas máquinas mineras, se invitó al entonces presidente de la República, Porfirio Díaz, quien aceptó la invitación, asistiendo en el mes de junio de 1895.
Díaz viajó por ferrocarril desde la ciudad de México hasta la estación que había en Potrero y de allí se trasladó a Santa Ana donde pernoctó, trasladándose al día siguiente en caballo a Real de Catorce, cruzó la cima de los cerros hasta llegar a la ciudad minera, donde los habitantes lo esperaban con festejos.
Según los grandes del pueblo, de este hecho surgiría la idea de Díaz para realizar el túnel.
La iniciativa de perforación fue de la familia Maza, proveniente de Ogarrio, un pueblo situado al norte de España, de donde Vicente Irizar tomaría el nombre. A él se le atribuye la construcción.
Paradójicamente esta relevante obra fue realizada poco antes de terminar la época de oro de Real de Catorce, que acortó considerablemente la distancia entre Catorce y el costado oriente de la sierra donde se ubican numerosas bocaminas, como la de Santa Ana; cuenta la tradición oral que fue realizada con dos equipos de trabajo, uno por cada lado del cerro encontrándose en el centro.
La inauguración se celebró el 2 de abril de 1901, alcanzado una distancia de casi 2,300 metros, facilitando el transporte de los minerales a las haciendas de beneficio de Potrero, Cedral y Matehuala, situadas en la planicie oriental.
Por dentro se instaló un tranvía tirado por mulas que transportaba el mineral de la veta y los pasajeros de Catorce, que años después se convertiría en eléctrico.
Basta con recorrerlo a pie, para viajar a aquellos años de extracciones por medio de los tiros que se aprecian en los costados, intactos desde finales del siglo XIX. Sentir el frío, la humedad y el olor nos ambientan el trabajo de los mineros, los cuales llegaban a tener jornadas de hasta 12 horas diarias.
No dejes de admirar la capilla de la época en su interior, empotrada sobre la roca y dedicada a la Virgen Dolorosa.
El camino cuenta con poca luz, sólo cabe un carro y padece de filtraciones de agua debido al monóxido de carbono. Sin embargo, éste es el transportador del tiempo, traslada de una época contemporánea a una antigua en las que confluyen las épocas colonial, independiente y revolucionaria.
Catorce llegó a tener tal abundancia que tuvo más de 15 mil habitantes y su propia casa de moneda por un corto tiempo; según Alexander Von Humboldt, en 1804 ocupaba el segundo lugar en la producción de plata en la Nueva España.
Apenas transcurrieron los primeros años del siglo XX, Real de Catorce empezó a declinar, pues los métodos de explotación minera ya eran obsoletos y hacían incosteable la explotación, además del inundamiento de socavones. Con la llegada de la Revolución Mexicana en 1910, el trabajo disminuyó notablemente, así como el comercio, llevando al pueblo al abandono.
Hoy Real de Catorce vive un auge que nada tiene que ver con la minería, sino con el turismo.
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