“Salvado por la campana” es una frase que solemos exclamar cuando una intervención de último minuto nos rescata de alguna mala experiencia; pero, ¿sabes por qué la decimos? Su origen podría ser más macabro de lo que creemos.
Algunos la refieren a las partidas de box, pues cuando alguien está a punto de ser noqueado, puede ser “salvado por la campana” que da por finalizado el round.
Otros la refieren a la Edad media, y unos más encuentran su origen en una costumbre estadounidense del siglo XIX y el miedo a ser enterrado vivo; esta es la teoría más aceptada, pues con la llegada de enfermedades y pestes como la tuberculosis, la muerte de miles de personas fue inminente.
Sin embargo, en ocasiones la muerte podía confundirse con debilidad o estado de coma, al no contarse con los avances médicos necesarios, sobre todo en las zonas apartadas de las grandes ciudades, con lo que nació el rumor de personas “enterradas vivas”.
Un temor que se puede tener aún en nuestros días; y que en su momento trataron de remediar con un ataúd al que se le amarraba un listón o cordón a la mano del difunto, y el cual se comunicaba al exterior de la tumba con una campana.
De esta manera, si alguien era enterrado vivo, podría alertar al exterior con el sonido de la misma; según la leyenda urbana, había gente encargada de rondar las tumbas día y noche, en busca del sonido de aquella campana. ¿Lo sabías?
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