Sabemos que la Ciudad de México es un estado más y que el término provincia ha pasado a la historia, sin embargo aún suele adjudicarse ese término a todo lo que esta fuera de la ciudad.
Cabe mencionar que esto no es una generalidad y que para los viajeros frecuentes esto se ha convertido ya en una cotidianeidad, pero seguramente te has sentido identificado con al menos uno de estos puntos ¿o no?
1 El estrés viaja contigo. Parece que todo la gente es lenta, sin considerar que el que lleva el tiempo-ritmo acelerado eres tú.
Recuerdo la primera vez que visite el hermoso pueblo mágico de Malinalco y tarde 15 minutos en comprar medio litro de agua, yo escuchaba a la vendedora decir: hay agua de horchaaaataaaaa, jamaaaaicaaaaaa y así, sé que seguramente ella me escuchaba como tarabilla pidiendo precios y sabores.
2 Comparas la distancia de los destinos con los de la CDMX. Te extraña que te digan que un destino queda lejos, cuando sólo se encuentra a 20 minutos. Muchos de los trayectos en la Ciudad de México, requieren mínimo de una hora y de incluso tres transportes.
3 Extrañamente el día rinde más. Ya desayunaste, visitaste, comiste y dormiste y apenas son las 2 de la tarde ¿qué se hace con tanto tiempo libre?
4 Sueles imitar los acentos. Afirmando que tú no los tienes ¡Sí, cómo no!
5 Te sorprendes con el tránsito. ¿Cómo pueden llamar tráfico a una fila de tres autos? La regla de uno y uno te parece extraña (organización sin semáforos) y sin darte cuenta estarás tocando el claxon antes de que se ponga el verde.
6 Te sorprende encontrar tiendas que pensabas sólo existían en la ciudad.
7 Entras en conflicto con la eterna discusión de las quesadillas con y sin queso.
8 Delirio de persecución. Desgraciadamente llevamos la inseguridad con nosotros y no podemos evitas voltear a la derecha y a la izquierda como si estuviéramos en el centro de la Ciudad de México. No perdemos de vista nuestras pertenencias aún en las vacaciones en la playa.
9 Sueles llevar tu lap al viaje. ¡El trabajo nunca termina!
10 Todo parece más barato. Resulta sorprendente desayunar bien por sólo 50 pesos.
11 Te sorprende que la gente no coma todo con bolillo. ¿Cómo pueden vivir sin guajolotas?
12 Equipaje de sobra. Algunas veces cargamos hasta con el perico para un par de días, y muchas veces lleno de atuendos de verano. ¡No todo es playa! Adaptarse a los climas resulta difícil.
13 Quieres pagar todo con tarjeta. ¿Cómo que no funciona el único cajero?
Hay que reconocer que todo esto hace especiales los destinos, un pedacito de paz en medio de esta ciudad acelerada.
¡Disfrutemos nuestro México!
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