Cuántas frases viven en nuestra memoria colectiva y repetimos, sin saber siquiera cuál es su origen o a qué hacen referencia.
“Ya se petateó”, “a ojo de buen cubero”, “aguas”, y más, se han compartido de generación en generación, guardando entre sus letras, una parte de la historia de nuestro México que se fue y jamás volverá.
“Un ojo al gato y otro al garabato” es una de ellas. Que nació como muchos de nuestros deliciosos platillos mexicanos al interior de las cocinas.
Esta hace referencia a estar atento a dos o más actividades, y esta es su breve historia:
Y es que hace algunos siglos, no existían refrigeradores, y se buscaban alternativas para conservar los alimentos el mayor tiempo posible.
Claro; había que cuidarlos de algunos animales domésticos, por lo que optaban por colocar algunos embutidos en ganchos que colgaban de la parte superior de la cocina.
A este artefacto se le conoce como garabato; los cuales sólo eran alcanzables por los gatos, los cuales son muy ágiles.
Por lo que se tenía que tener bien vigilado al gato y lo que había en el gancho; es decir, un ojo al gato y otro al garabato.
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