A una hora de la Ciudad de México, en Texcoco, Estado de México; se encuentra el Parque Nacional Molino de Flores.
Un espacio ideal para disfrutar en familia, de acceso gratuito, cercano a la Ciudad de México y con múltiples actividades para hacer de tu día, algo muy especial.
Y es que este sitio se caracteriza por dos atractivos principales, el casco de su ex hacienda colonial y la Capilla del Señor de la Presa, a la que se accede por un pequeño puente y donde se dice, ocurrió una aparición milagrosa en la roca, justo al pie de la presa.
Un espacio para degustar deliciosos antojitos mexicanos y pulque, pasear a caballo, disfrutar actividades familiares y admirar la historia del lugar a través de fotografías antiguas.
Pero eso no es todo, porque este parque encierra grandes secretos de la historia de México. Para empezar, en sus hectáreas se alojaron los jardines de Nezahualcóyotl, desde ahí comienza la historia de este hermoso sitio.
En 1567 con la llegada de Juan Vázquez, en el lugar se instaló un batán de paños, es decir, una fábrica de telas, que servían para vestir a los santos de las primeras iglesias.
Más tarde, en 1585 y con el fin de aprovechar el agua del río Coxcacuaco, Pedro de Dueña quien adquirió la propiedad, decidió construir en el lugar, un molino de trigo para la elaboración de pan, funcionando por algún tiempo a la par con el batán, el cual dejó de funcionar en 1599.
Con los años, la propiedad pasó a manos de Don Antonio Urrutia de Vergara, quien a su vez la heredó a su yerno Antonio Flores de Valdés, en dote por el matrimonio con su hija Ana, adoptando el nombre de Molino de Flores.
Fue en el siglo XIX cuando alternó actividades como hacienda pulquera. Se cuenta, que en su tinacal se producían 6,000 litros diarios, sobre todo durante el porfiriato, pues el producto tenía gran demanda en el Valle de México, dando gran estabilidad económica a los hacendados.
Esplendor que duró hasta 1910, pues con el movimiento revolucionario la hacienda se vio severamente afectada y abandonada, aún pueden verse rastros de esto al recorrerla.
Fue hasta el 5 de noviembre de 1937 que el entonces Presidente Lázaro Cárdenas, decreta el espacio como Área Natural Protegida dentro de la categoría de Parque Nacional. Cabe mencionar que de las 1745 hectáreas que poseía, ahora sólo se conserva 55.
Recorrer el antiguo casco de la ex hacienda, es imaginar las visitas de aquellos visitantes aristócratas, de aquellos virreyes que llegaron a conocerla con fastuosos atuendos.
El piso del pórtico aún conserva la huella de los antiguos rieles por los que transportaban pulque y otras mercancías hacia Texcoco a bordo de pequeños vagones.
Un sitio digno de filmarse, que ha sido utilizado para películas, series e incluso videoclips, como “Princesa” de David Bisbal, “Capitán Camacho”, “El Tigre de Santa Julia”, “Campanas Rojas” y “Sobre las Olas” con Pedro Infante.
Actualmente sólo se permite el ingreso al casco, con visitas guiadas gratuitas, que dan inicio aproximadamente cada 10 o 15 minutos.
El día con más ambiente y por tanto más visitado es el domingo, pero si quieres disfrutarlo para ti solito, puedes admirar la arquitectura y belleza del lugar el sábado y entre semana.
¡Allá nos vemos!
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De niños, mis padres nos llevaban ahí de paseo. Mi mamá, desde la primera visita, sabía dónde y que era cada habitación. Ella decía que sentía que ella había vivido ahí en algún tiempo. Era increíble como nos detallaba cada espacio de la hacienda y con su relato imaginábamos cómo había sido ese lugar en su mejor momento. Hoy, 2020 ella ya murió y solo nos quedan recuerdos de sus relatos y nuestra niñez.
Algún día iré a visitar ese hermoso lugar.